El líder debe ser capaz de afrontar los nuevos retos con la velocidad que demandan nuevas situaciones, situaciones donde la innovación es el verdadero valor diferencial.
(Jaime Pereira: Consultor Experto en Gestión de Personas.)
No cabe duda alguna de que el “buen jefe” ha de ser un líder o, al menos poseer dotes de liderazgo.
Pero, ¿qué entendemos por liderazgo? Aunque se pueden encontrar varias acepciones, lo definimos como el proceso de influir en otros y apoyarlos para que trabajen con entusiasmo en el logro de objetivos comunes. Se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo.
En este sentido podemos decir que las claves del liderazgo serían:
1. El directivo es líder cuando es capaz de influir sobre el pensamiento, actitudes de sus subordinados, y cuando éstos perciben que es capaz de ayudarles a satisfacer sus necesidades.
2. Un directivo líder debe entender que su tarea es una función compartida con el resto de sus subordinados.
3. Todo directivo líder debe estar al tanto de sus propias actitudes y ser sensible a la actitud de sus empleados, con respecto a la organización y a sí mismo. Debe estar atento a la forma en que las actitudes se materializan a través de palabras o comportamientos.
Desde la experiencia de años de trabajo así como del intercambio de información con expertos en la gestión de recursos humanos, es importante adaptarse a los nuevos tiempos, y por supuesto aplicar la innovación.
Un claro ejemplo es la Dirección por hábitos. Estamos entrando en la era de la gestión por hábitos, que se centra en aquellos comportamientos repetitivos que definen el estilo de cada profesional. Es el nuevo paradigma de valorar el comportamiento de las personas (su actitud) como parte sustancial de su desempeño profesional y de gestionarlo a través de modelos de comportamientos observables.
Los retos de la Dirección por Hábitos son dos: definir cuáles son los hábitos que convienen a las personas, y mostrar los senderos para lograrlos.
La Gestión por Hábitos humaniza más al directivo y contribuye a que las compañías valoren los aspectos humanos de sus empleados.
Un buen ejercicio sería hacer una tormenta de ideas en las que entre todos pudiésemos destacar las actitudes y aptitudes que debería tener “el jefe ideal”, este podría ser un resultado:
1. BUENA PERSONA. Alguien humilde, coherente, auténtico, autocrítico, compartiendo ideas, dando feedback, generando confianza, entusiasmado, marcando objetivos, diciendo calramente lo que espera de los que trabajan con él.
2. TÉCNICAMENTE BUENO, no sólo debe destacar por sus actitudes sino también por sus aptitudes. Conocer los sistemas y procesos de la organización en que trabaja, formándose continuamente en recursos humanos, marketing, gestión de la cultura corporativa y los procesos de transformación, estrategia…
3. GRAN COMUNICADOR, pero también sabiendo escuchar. La comunicación debe ser frecuente, honesta, sincera, interesante, motivante, comprometida, clara y útil.
4. BUEN COMPAÑERO, con capacidad de relación. Creando un buen ambiente generador de confianza.
5. CERCANO, no se puede dirigir desde el despacho, hay que salir de la zona cómoda. Pero no sólo cerca de los trabajadores sino también de los clientes
6. GESTOR DE EQUIPOS, promoviendo el trabajo en colaboración, estableciendo metas y creando equipos de alto rendimiento.
7. CREATIVO E INNOVADOR. Diferenciando entre el proceso de generación de ideas (creatividad) y la puesta en práctica de esas ideas (innovación)
8. DAR PRIORIDAD A LAS PERSONAS, pues estas son las únicas capaces de conseguir los objetivos planteados.
9. ORIENTADO A LA ACCIÓN, porque la respuesta más rápida es la acción. Somos lo que hacemos, no lo que pensamos ni sentimos. La acción es la única que tiene valor.
10. PONIENDO PRIORIDADES AL TIEMPO, el uso productivo del tiempo evita las crisis.
El líder del siglo XXI es una persona innovadora en su gestión, preocupada por su equipo, al que dirige acompañando e implicándolo en la organización y abierto al cambio.