Tres hombres están trabajando en la construcción de un
edificio. Alguien que es un observador externo se dirige a ellos y les pregunta
'¿qué están ustedes haciendo?'
El primero, casi sin inmutarse, le responde: 'Aquí estoy poniendo ladrillos'
El segundo, levantando la cabeza y dejando a un lado por un momento su
actividad, le comenta: 'Estamos construyendo un muro'
El tercero, orgulloso de su trabajo, afirma:
'Construimos la iglesia de mi pueblo'
¿Qué podemos comentar de la historia? Lo importante no es sólo responder a una
actividad, sino la implicación con la que se pueda llevar a cabo. He aquí donde
entra en juego la motivación, ya que la
incorporación y la posterior retención de las personas en las organizaciones dependerá de
muchos "intangibles" que van más allá de lo que puede ser utilizado
en una relación profesional normal: sueldo, promoción, etc.
Tradicionalmente, esa disposición se suele asociar
a factores internos, frente a todo aquello que "tira" o empuja al
sujeto desde fuera. Así, se distingue entre:
• Motivo. Variable que desde el interior del organismo nos impulsa a la acción.
• Incentivo. Factor externo que provoca la realización de un comportamiento.
Ambos conceptos presuponen planteamientos
diferentes en la explicación de la motivación. Podemos destacar tres enfoques:
1. Modelo de
satisfacción de necesidades. Se insistirá en los elementos internos como los motores de la acción:
los instintos, los impulsos o las necesidades.
2. Modelo del incentivo. Se centrará en las variables externas: los incentivos o las
recompensas.
3. Modelos Cognitivos. Se
pondrá el énfasis en el proceso cognitivo que realiza el individuo para tomar la
decisión: la comparación, las expectativas o los objetivos.
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