El éxito puede depender de diversos factores. De entre ellos, quizás, los más importantes son los factores externos positivos que nos hacen el camino más fácil, teniendo en cuenta, por supuesto, la formación y experiencia profesional con la que contamos, elementos básicos para afrontar nuestra idea de negocio. A estos factores, un valor añadido que deberíamos buscar, es la confianza y credibilidad, y esto es algo a tener muy en cuenta:
- Cuando un negocio se encuentra en época de crisis, su gerente busca desesperadamente modos de sobrevivir, que le permitan aferrarse a algún pilar, que le indiquen que su empresa puede salir adelante si él no baja la guardia. Por esta razón, el empresario en crisis mantiene los pies en la tierra y no descuida en ningún momento sus raíces, procedencia o formación, temiendo que el proyecto empresarial, por el que tanto ha luchado y el cual ha visto la luz, pueda desaparecer, muy a su pesar.
- Si una empresa funciona correctamente, como se suele decir “sin pena ni gloria”, el sentimiento de estabilidad y realismo, por lo general, suele ser más tenue. No obstante, estos empresarios no tienen razones de peso que les conduzcan a cambiar su actitud inicial, a aumentar su ego o a olvidar que una organización nace de la nada y, trágicamente, puede dejar de existir en tiempos peores.
- Ahora bien, en el supuesto caso de que una empresa se encuentre inmersa en el éxito (entendiendo por éxito tanto los reconocimientos sociales de que haya conseguido algo, como el propio auto-reconocimiento o satisfacción de haberlo logrado) las cosas cambian. Volviendo a algo que ya hemos mencionado, la confianza, una empresa nunca debe dejarse llevar por la gloria del éxito, pues ser realistas y humildes será la única forma de que la organización pueda ser creíble a los ojos del mercado, y pueda así seguir gozando de dicho éxito empresarial.
Todos somos conscientes de casos célebres en los que el éxito ha sobrepasado la capacidad humana de mantener serenos a muchos actores, cantantes, deportistas o empresarios. Por ejemplo, el caso de Maradona, cuyo éxito deportivo se vio empañado por su adicción a las drogas cuando se encontraba inmerso en una ola de triunfos, fans y fama, que lo perjudicó tanto profesional como personalmente.
Está muy claro el mal que puede suponer para una empresa, igualmente que para una persona, el hecho de dejarse llevar por el éxito, pero ¿qué hacer para que esto no ocurra? A continuación exponemos cuatro consejos básicos para no olvidar la humildad.
- Dejar de lado el “yo” para dar paso al “nosotros”. Esto quiere decir que colectivices tus triunfos, vinculándolos directamente al trabajo en equipo.
- Mantener los principios y las prioridades. Tu familia, tu honradez, tu humildad, tu alegría, tu cercanía, tu moral, etc. Serán los pilares que no deberás olvidar en ningún momento de tu trayectoria profesional.
- Sigue relacionándote con tus amigos de siempre. Seguramente ellos son quienes sean realmente sinceros contigo y quienes te recuerden tu rutina anterior al éxito.
- Sinceridad y autocrítica. Una vez alcanzan el éxito, muchos empresarios se sienten como si nada más hiciera falta, como si no necesitaran más esfuerzos para avanzar. Precisamente esta actitud será la culpable de no conseguir avanzar.
En conclusión, no se trata de esquivar el éxito, ni mucho menos, sino de aceptarlo sin dejar de visualizar la realidad, y utilizarlo siempre como motivación, provocando el aumento de nuestro esfuerzo y ganas de trabajar, acompañados de quienes siempre nos han apoyado.
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